El martirio radial, argentinos con el alma pendiendo de la voz del relator en la final.
El martirio radial, argentinos con el alma pendiendo de la voz del relator en la final.
Con el rostro bañado en luz, un hincha alza la mirada al infinito, ofreciendo el furor de la bandera argentina al cielo como un voto de gratitud.
Con el rostro bañado en luz, un hincha alza la mirada al infinito, ofreciendo el furor de la bandera argentina al cielo como un voto de gratitud.
Apenas la red se infla con el penal de Montiel, un grito visceral se ahoga mientras el vino vuela libre, rociando a la multitud como un bautismo de gloria.
Apenas la red se infla con el penal de Montiel, un grito visceral se ahoga mientras el vino vuela libre, rociando a la multitud como un bautismo de gloria.
Poseído por la urgencia de la historia, un hincha interviene el escudo de la Albiceleste, dejando un rastro indeleble con la tinta que proclama, "Soy el testigo de la Inmortalidad"
Poseído por la urgencia de la historia, un hincha interviene el escudo de la Albiceleste, dejando un rastro indeleble con la tinta que proclama, "Soy el testigo de la Inmortalidad"
Millones de almas, compactas y cantantes, transforman la Avenida Corrientes en un río caudaloso que fluye, indetenible, hacia el altar de la victoria en el Obelisco.
Millones de almas, compactas y cantantes, transforman la Avenida Corrientes en un río caudaloso que fluye, indetenible, hacia el altar de la victoria en el Obelisco.
La euforia desafía la gravedad
La euforia desafía la gravedad
Un hincha, enfundado en el pabellón nacional, se convierte en un solo cuerpo con la bandera.
Un hincha, enfundado en el pabellón nacional, se convierte en un solo cuerpo con la bandera.
En lo alto del Metrobus, la fiesta alcanza su cumbre, hinchas en éxtasis comparten el trago popular, un corte de Fernet que pasa de mano en mano
En lo alto del Metrobus, la fiesta alcanza su cumbre, hinchas en éxtasis comparten el trago popular, un corte de Fernet que pasa de mano en mano
En un arrebato de euforia, el torso se vuelve mensaje: un hincha exhibe, grabado en su piel sudada, el desafío del capitán, esa frase que resume toda la bronca y el triunfo, "Qué mirás, bobo".
En un arrebato de euforia, el torso se vuelve mensaje: un hincha exhibe, grabado en su piel sudada, el desafío del capitán, esa frase que resume toda la bronca y el triunfo, "Qué mirás, bobo".
Elevado sobre el delirio, un hincha solitario conquista la altura, sentado sobre la luminaria pública, convierte el poste en un mástil improvisado para que el pabellón nacional se desgarre en el viento de la victoria.
Elevado sobre el delirio, un hincha solitario conquista la altura, sentado sobre la luminaria pública, convierte el poste en un mástil improvisado para que el pabellón nacional se desgarre en el viento de la victoria.
En el ojo del huracán celebratorio, la victoria se sella en un círculo sagrado
En el ojo del huracán celebratorio, la victoria se sella en un círculo sagrado
Argentina fue una masa uniforme y jubilosa. Los argentinos, dueños del espacio, colonizaron cada plano, no quedó un solo metro cuadrado sin el eco del festejo, ni un solo punto de altura sin la silueta de un campeón.
Argentina fue una masa uniforme y jubilosa. Los argentinos, dueños del espacio, colonizaron cada plano, no quedó un solo metro cuadrado sin el eco del festejo, ni un solo punto de altura sin la silueta de un campeón.
Millones de almas, compactas y vibrantes, formaron un cerco humano e infranqueable alrededor del Obelisco, el único templo de la celebración.
Millones de almas, compactas y vibrantes, formaron un cerco humano e infranqueable alrededor del Obelisco, el único templo de la celebración.
En la hora dorada de la conquista, un hincha es ungido por el sol, y al flamear la bandera, la convierte en un símbolo vibrante, el último destello del día que se hizo eterno.
En la hora dorada de la conquista, un hincha es ungido por el sol, y al flamear la bandera, la convierte en un símbolo vibrante, el último destello del día que se hizo eterno.
En un acto de posesión total, los hinchas colonizan cada saliente, transformando la infraestructura en un observatorio precario de la victoria.
En un acto de posesión total, los hinchas colonizan cada saliente, transformando la infraestructura en un observatorio precario de la victoria.
En la hora dorada de la conquista, un hincha es ungido por el sol, y al flamear la bandera, la convierte en un símbolo vibrante, el último destello del día que se hizo eterno.
En la hora dorada de la conquista, un hincha es ungido por el sol, y al flamear la bandera, la convierte en un símbolo vibrante, el último destello del día que se hizo eterno.